Adicciones en la infancia y en la adolescencia: Prevenirlas desde el consultorio del pediatra. Por Dra. Graciela Morales

29.04.2020

En la actualidad el consumo de alcohol se ha convertido en un importante problema de salud pública a nivel internacional. En nuestro país, los adolescentes y jóvenes han modificado el tradicional modelo de consumo mediterráneo, de ingestión regular de vino vinculado a la alimentación, por el consumo episódico excesivo o intermitente, más frecuente durante los fines de semana (especialmente con cerveza, destilados o jarra loca), asociado a la nocturnidad, por fuera de la comensalidad y de la situación familiar, y generalmente acompañado de consumo de otras sustancias, tales como psicofármacos, marihuana, cocaína y drogas de diseño (policonsumo)

Este patrón de consumo de adolescentes y jóvenes, donde se beben grandes cantidades de alcohol en cortos periodos de tiempo, comprende también una modalidad de consumo denominada «binge drinking» ("fondo blanco", "tomar de golpe") y una modalidad reciente, la incorporación de las bebidas alcohólicas a través de las mucosas (eyeballing, a través de la mucosa oftálmica), uso de tampones embebidos en alcohol que se introducen en vagina y recto, etc.

Los adolescentes consumen alcohol y otras sustancias por muchas razones. La falta de supervisión paterna, la influencia de los medios de comunicación, la búsqueda de diversión, el sentirse bien, la presión de amigos o compañeros, la necesidad de experimentar, reducir el aburrimiento, el estrés, el dolor, son algunas.

La búsqueda del placer inmediato, nuevo paradigma de la sociedad actual, el mercado enfocado en el adolescente, la nocturnidad como espacio-tiempo de los jóvenes, sin la supervisión del adulto, facilitan el consumo de los adolescentes.

Según la 5ª Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media (Observatorio Argentino de Drogas 2011) a 90450 alumnos de 13, 15 y 17 años las sustancias de mayor consumo son las bebidas alcohólicas y el tabaco. La edad de inicio del consumo para estas sustancias es los 13 años.

La bebida alcohólica más consumida es la cerveza (70 %), seguida por tragos combinados (63,6 %) y luego el vino (46 %)

Con respecto al consumo de tabaco, 25 % de los estudiantes refieren fumar todos los días, no registrándose diferencias entre ambos sexos.

Un 12,3 % de los estudiantes encuestados, consumieron alguna droga ilícita en el último año: marihuana (10,3 %), cocaína (2,7 %).

El uso sin prescripción médica de tranquilizantes alcanza al 2,4 % de los estudiantes y el de estimulantes al 1,2 %.

La edad de inicio en el consumo de psicofármacos, solventes o sustancias inhalantes y pasta base-paco, se encuentra en los 14 años y la de cocaína, éxtasis y marihuana en los 15 años.

Lo habitual es que consuman varias de estas sustancias asociadas, estas asociaciones son diferentes según el lugar en que el consumo se realice: rave, boliche, previa, etc. Tienen que ver con la búsqueda del placer: alcohol con benzodiacepinas, con metanfetaminas, nitrito de amilo con sildenafil (noches eróticas). El consumo de plantas tales como el floripondio, el peyote, el San Pedro, la ayahuasca, el cucumelo ha ido en aumento, en busca de ese "viaje" placentero que no siempre se consigue.

No quedan exentos los más chicos, en las matinés de alguno boliches suelen dar como premio el peluche más grande a la chica que más besos da, y la jarra loca se asocia al "pete" en el micro que los transporta hacia el boliche de moda desde sus casas....!!!!!

Los múltiples factores que condicionan el consumo problemático de sustancias, (las características personales, la oferta de sustancias, características farmacológicas de las mismas, determinadas variables familiares y del entorno social, etc.) y su enorme complejidad determinan que no existan estrategias sencillas para su prevención.

Pero veamos primero los conceptos básicos de prevención.

Prevención: Conjunto de medidas tendientes a evitar o reducir el impacto de acciones nocivas para el individuo y la sociedad

Prevención universal: dirigida a la población no consumidora. Se desea fomentar valores y dotar de habilidades para la vida.

Prevención selectiva: se dirige a grupos que tienen más posibilidades de consumir que la media de sus pares, los llamados grupos de riesgo.

No consumen, pero el riesgo de que lo hagan es muy evidente.

Prevención indicada: se dirige a algún grupo en concreto de la comunidad que ya cuenta con miembros consumidores o experimentadores y que además, presentan problemas de comportamiento que les afectan.

Prevenir es actuar antes de que surja el problema, evitando así su aparición. Ello supone haber identificado previamente las causas e incidir sobre ellas.

Las estrategias preventivas basadas en control de la oferta, en solo la información o en el miedo de posibles consumidores, fracasaron.

Cuáles serían entonces las estrategias preventivas a utilizar y a partir de qué momento del desarrollo de los niños?

Por lo que vemos, iniciar la prevención en la adolescencia es llegar tarde, ya se iniciaron en el consumo.

Podemos igualmente hacer algo a esa edad?

Los padres son los que más influyen en los niños y en los preadolescentes. Esto es verdad incluso teniendo en cuenta los cambios que en la estructura de la familia se manifestaron en las últimas décadas: familias monoparentales, familias cuyos padres se han vuelto a casar y conviven con hijos de anteriores matrimonios, padres "suplentes' como los abuelos u otros, padres del mismo sexo, además de la tradicional familia biparental.

Está ampliamente comprobado que las relaciones familiares positivas, cariñosas y comprometidas, retrasan e incluso desalientan al adolescente a la hora de iniciarse en el consumo. Existe también una relación entre una interacción familiar inadecuada, una disciplina ineficaz o una escasa comunicación entre padres e hijos y la existencia de un consumo precoz de alcohol y/o de otras sustancias entre los adolescentes.

Hay que tener muy presentes otros factores como son la propia personalidad del

individuo, la presión grupal, las modas, la influencia de los medios de comunicación y la publicidad.

La droga no es el factor de riesgo más importante en la instalación de la adicción, el inicio en el consumo no depende de la composición química de cada sustancia. Esta adquirirá mayor protagonismo como factor implicado en crear una adicción una vez que el individuo ha empezado a consumirla, porque interviene sobre los receptores cerebrales y actúa como reforzador de la conducta. Pero, aún así, las cuestiones de personalidad y la dinámica grupal y social siguen siendo determinantes para consolidar o no una adicción o una conducta de riesgo con una droga.

No hay, por tanto, una causa única sobre la que actuar preventivamente. Hay un conjunto de factores que intervienen en la aparición del problema, son los factores de riesgo. Muchos de los factores de riesgo de abuso de alcohol y drogas no son específicos de este problema. Aparecen también en otras conductas de riesgo que deterioran la calidad de vida del adolescente, su familia y la comunidad, y su modificación será un importante objetivo preventivo y educativo.

Factores de riesgo son aquellas condiciones psicológicas, biológicas, familiares, grupales o sociales cuya presencia e influencia aumenta o disminuye las posibilidades de que se produzca un determinado comportamiento o conducta de riesgo: tener padres alcohólicos, niveles altos de conflicto familiar, una madre poco participativa, poca habilidad comunicacional y para la resolución de problemas, mal rendimiento académico, amigos consumidores, ausencia de límites, autoestima inadecuada...

Lo mismo podemos decir de los llamados "factores de protección", o sea, de aquellas circunstancias personales o ambientales que van a dificultar que el adolescente se convierta en consumidor. Ante las mismas circunstancias de posibilidad de consumo, o del paso de un consumo ocasional al abuso, algunos individuos parecen estar dotados de mejores defensas y les es más fácil tomar decisiones asertivas. Pero muchas de estas habilidades se relacionan con una capacidad de enfrentar también con éxito otras exigencias de la vida.

Los factores de protección disminuyen o previenen la aparición de uno o más de los factores de riesgo como facilitadores del consumo.

Una estrategia de prevención tendrá que ver pues con un intento de influir sobre estos factores de riesgo y de protección. Estos factores son diversos, y cambiantes en su importancia. Su influencia varía en función de una gran diversidad de variables: la edad o sexo del adolescente, su contexto familiar y/o social, etc.

Desarrollar un vínculo saludable con los padres, con buen diálogo y aprendizaje gradual de toma de responsabilidades, tener habilidades comunicacionales con capacidad para poner límites a sus compañeros, aprender a manejar la ira, etc, son algunos de los factores protectores que podemos ayudar a que la familia trabaje con sus hijos desde pequeños.

Es por ello que las mejores estrategias son las que tratan de influir sobre el mayor número posible de factores, tanto de riesgo como de protección. Es decir, que las posibilidades de éxito aumentan cuando se coordinan un programa escolar, con otro comunitario, con incidencia simultánea en los medios de comunicación, con participación de la familia...

En el caso del alcohol y el tabaco, que son productos ampliamente consumidos en nuestra sociedad y con gran tolerancia y aceptación social, no es siempre fácil elegir la estrategia preventiva adecuada. Dependerá como ya expresé, de la edad del niño o adolescente. Para un adulto, beber en forma prudente y moderada no ocasiona serios riesgos a su salud, pero como ya vimos, los adolescentes suelen beber en forma abusiva y compulsiva durante cortos periodos de tiempo (fin de semana), lo cual sí ocasionará riesgos a su salud integral, habida cuenta además que su cerebro está en pleno desarrollo y las sustancias que consumen impactan negativamente en este desarrollo.

Los pediatras tenemos una participación protagónica en la prevención de las adicciones, porque estamos en contacto con el niño y su familia desde que nace. No siempre asumimos la responsabilidad de la prevención temprana y no siempre somos conscientes que una buena relación con los padres y el niño permite prevenir el consumo problemático en la adolescencia.

Es asi que podemos considerar una primera etapa en la prevención desde el consultorio en la que apoyaremos a la familia del niño en crecimiento hasta el inicio de su pubertad y otra etapa que abarcará la adolescencia de nuestros pacientes

En la consulta en salud, desde la primera entrevista con el recién nacido, estamos en condiciones inmejorables de observar y ayudar a establecer un buen vínculo madre-hijo, reforzar el rol del padre, observar cómo enfrentan situaciones tales como el sueño del bebé y más adelante, la instalación del hábito de la alimentación.

En las consultas posteriores, a medida que el bebe crece, trabajar en la puesta de límites, facilitar la comunicación, explorar el grado de tolerancia de los padres ante las dificultades de su hijo, realizar intervenciones breves con respecto a hábitos tabáquicos y de consumo de alcohol en los miembros de la familia, constituirán nuestra tarea preventiva.

Es importante que los padres enseñen a sus hijos a tolerar las frustraciones y a desarrollar la capacidad de espera, asi como a aceptar los límites.

Escuchar sus opiniones, enseñarles a interpretar las publicidades y los programas que ven por televisión, para que desarrollen el juicio crítico.

Con respecto a la prevención en la adolescencia, ésta debe darse en todos los niveles de atención.

Los padres de hijos adolescentes se sienten desbordados, los avances tecnológicos de las últimas décadas, la velocidad de las comunicaciones, el manejo de la sexualidad, los dejan afuera del particular mundo del adolescente, y hace que pierdan el control de la vida cotidiana de sus hijos, nuestra tarea es apoyar a estos padres para que sigan siendo una guía y un sostén en la crianza de sus hijos, alentándolos a que mantengan el diálogo abierto en el hogar, con pautas claras y limites acordes al grado de maduración de los hijos.

La consulta con el adolescente debe tener un espacio a solas, que nos permita dialogar con él sobre temas tales como la sexualidad, sus hábitos de consumo, su escolaridad, el manejo de su tiempo libre, su grupo de amigos, situaciones de violencia en la casa, la escuela, el barrio, si hay conflictos familiares que lo preocupen, para ello es necesario que hayamos generado un buen vínculo, que mostremos empatía hacia él/ella, que no juzguemos y que respetemos sus derechos, a la confidencialidad, a la autonomía. Es bueno que conozcamos su lenguaje pero no que utilicemos sus términos, debemos recordar que somos el adulto, respetuoso de su intimidad.

Las consultas pre y post viaje o fiesta de egresados son momentos inmejorables para dialogar sobre el consumo excesivo de alcohol que suele darse en las noches de boliches, reforzando los conceptos de autocuidado y autocontrol del consumo.

Es necesario que hablemos con el adolescente sobre los riesgos del consumo para su salud integral, que le expliquemos qué hacer cuando un amigo/a bebe en exceso: no dejarlo solo, abrigarlo, llamar a la urgencia y a los padres si está intoxicado, ponerlo de costado mientras llega la ayuda, comentarle al médico si además de alcohol consumió otras sustancias, asegurándoles que se mantendrá la confidencialidad.

Pero por sobre todo, recordar que NO TODO ADOLESCENTE QUE CONSUME ES UN ADICTO. Es una persona en crecimiento, con sus dudas, sus miedos, que necesita sostén, límites, adultos que lo contengan permitiéndole madurar y convertirse en un ser autónomo e independiente. Es nuestra tarea ayudarlo.

Dra. Graciela Morales

Médica Pediatra, Especialista en Adolescencia. Grupo de Trabajo en Adicciones. Sociedad Argentina de Pediatria

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